Autor: Rocío Díaz Cano

  • Memoria y libertad

    Memoria y libertad

    En 1982, España vivió un momento histórico que marcaría su destino como nación moderna y democrática. La aplastante victoria del PSOE, liderado por Felipe González, no fue solo un cambio político, sino el inicio de una transformación profunda que caló en todos los rincones de la sociedad española. Con 202 escaños en el Congreso, el pueblo entregó al PSOE no solo el poder, sino también su confianza para construir un futuro diferente, un futuro que rompiera definitivamente con las sombras del pasado franquista.

    La llegada de Felipe González al gobierno simbolizó el triunfo de una generación que había luchado por la democracia y que soñaba con un país más justo, libre y europeo. Fue el momento en que España decidió modernizarse, integrarse en el mundo y, sobre todo, mirar hacia adelante con optimismo.

    La modernización de la economía, aunque complicada, sentó las bases para un crecimiento sostenible. La sanidad pública universal y la educación obligatoria gratuita garantizaron derechos esenciales a millones de españoles, consolidando un Estado del bienestar que, hasta entonces, parecía un sueño lejano. En el ámbito internacional, España dejó de ser una periferia para convertirse en un actor clave dentro de Europa, con su ingreso en la Comunidad Económica Europea en 1986 como emblema de esa nueva etapa.

    Pero el verdadero cambio no se mide solo en cifras o leyes; se vivió en las calles, en la mentalidad de las personas, en la libertad de ser y expresarse. La España de 1982 empezó a respirar con fuerza propia, abrazando una cultura vibrante y plural que desterraba los antiguos miedos. Era una España joven, con ansias de futuro, que celebraba la democracia no solo como sistema político, sino como forma de vida.

    La victoria del PSOE en 1982 no fue el final de un camino, sino el principio de una nueva historia. Fue el momento en que España decidió ser ella misma: moderna, libre y plural. Un momento en el que, con Felipe González al frente, el país miró al futuro y dijo con firmeza: vamos a cambiar, y este cambio será para todos.

    No podemos olvidar la historia que nos trajo hasta aquí, porque en ella están las lecciones y los sacrificios que construyeron nuestra libertad. España sabe lo que es luchar contra la opresión, sabe lo que cuesta conquistar la democracia y lo frágil que puede ser si no la cuidamos. Rechazar las nuevas corrientes fascistas no es solo un acto político, es un compromiso con el legado de quienes soñaron con un país libre y plural.

    Defender la libertad es honrar la memoria de nuestra historia y proteger el futuro de las generaciones que vienen. Porque olvidar el pasado es abrir la puerta a repetirlo, y España ya sabe lo que significa el precio de las cadenas. Es nuestro deber seguir avanzando, con la memoria intacta y el horizonte claro: un país donde la libertad sea el único camino posible.

    Por Rocío Díaz Cano, alcaldesa de Minas de Riotinto y diputada provincial

  • Los perros lo hacemos

    Los perros lo hacemos

    No se trata de colores. No se trata de amnistía ni patriotismo. No se trata de ningún himno fascista con toques de “progres”. Se trata de democracia. Se trata de constitución y de sentido común.

    La derrota del presidente del gobierno es el síntoma más claro de un sistema político enfermo por las praxis inadecuadas de una derecha que ha perdido el norte, el control y que sin pudor ni freno ejecuta un “todo vale”. No es justicia lo que piden, justo lo contrario, necesitan sangre para conseguir lo que no pudieron hacer en las urnas.

    La democracia de un país se tambalea, un congreso lleno de aves rapaces esperan ansiosos para devorar a su presa. No lo hicieron en las urnas y salieron a la calle a devastar Madrid, a agredir a la democracia y a la diosa Temis. No se quedaron conformes y acusan sin datos ni veracidad a la mujer del presidente del gobierno de todos los españoles, ese que consiguió ganar una investidura de un gobierno en coalición con partidos progresistas.

    No es justo. No es justo que utilicen a los medios de comunicación al antojo de la derecha, que manipulen la información de los desinformados o incrédulos. No es justo que utilicen la libertad de prensa a merced del fascismo.

    Pensarán que lo normal es que apoye al presidente del partido al que represento.

    Miren, les entiendo, pero piensen que cualquier demócrata fiel y progresista hoy esté triste, aunque el pasado 23 de julio no depositaran en la urna una papeleta del PSOE y aunque ni siquiera fueran a votar.

    Un demócrata de verdad está hoy triste. Triste de ver como lapidan un sistema democrático ejemplar, una constitución española consensuada por los que anteponían el bienestar social al suyo propio.

    Perro Sánchez, muerto el perro no se acaba la rabia. Hay que contarle a la gente la verdad. Que en Andalucía las listas de espera en sanidad crecen, que no creen en la igualdad, que no respetan los resultados de una democracia, que siembran el odio y la mentira. Hay que contar las mentiras que esconden los “que te vote txapote” de una Ayuso sin freno. Hay que pararlos.

    Dignidad, respeto y democracia. Los perros lo hacen. Los perros lo hacemos.

    Rocío Díaz Cano, alcaldesa de Minas de Riotinto