Etiqueta: Opinión

  • Violencias

    Violencias

    En 1933 apareció en España un librito que recopilaba publicaciones periódicas, cartas públicas, entrevistas y declaraciones de Albert Einstein a lo largo de veinte años, titulado La lucha contra la guerra, editado por Nervio. Aparecía el científico como el modelo ético y moral de un pacifista militante que no dudó en oponerse al patriotismo nacionalista, a las autoridades o Estados, a la militarización de la sociedad y al negocio de las armas, que pidió el boicot económico y que mantuvo una posición activa en defensa de la paz mundial. En 1986 fue rescatado por Ediciones La Piqueta, y tal vez hoy, tantos años después y ante la coyuntura política, económica y social que vivimos, deba ser recuperado.

    Si bien los años 30 del pasado siglo, cuando parecía que todo era posible, al menos en Europa, no fueron definitivamente buenos tiempos para la lírica, como cantara Brecht, las convulsas olas de violencias sistémicas no sólo no han menguado en lo que va del siglo XXI (a pesar de las Declaraciones Universales, los organismos internacionales o los actuales Objetivos de Desarrollo Sostenible para 2030), sino que se abren frentes continuos que atentan a la dignidad de mujeres y hombres y a nuestro legítimo derecho a vivir en paz.

    Estos frentes de batallas, inherentes al orden dominante en el que habitamos, que van más allá de los conflictos entre Estados, ponen de manifiesto los males sociales y económicos de nuestro mundo: explotación, control de los bienes básicos, desigualdades e injusticias, pobreza, precarización de los trabajadores/as, autoritarismos, estructuras patriarcales y machistas, abusos sexuales, malos tratos, mil formas de violencia en definitiva. Es importante pensar entonces qué papel tiene la escuela, qué lugar ocupa ante esta realidad.

    Un mapeo de estas formas de violencia nos coloca en una posición que nos permite ver con perplejidad imágenes de las calles de Madrid (y parte del Estado español) tomadas por derechistas a lo Trump que arrojan piedras, intimidan a los periodistas y transeúntes y cortan el tráfico defendiendo la unidad de España, como en los manuales de los años 40, grande y libre, frente al legítimo Gobierno en funciones de Pedro Sánchez y la futura ley de amnistía. ¿Qué sería de su genealogía familiar, la de esos mismos fascistas que ahora ocupan las calles, si durante la Transición democrática no hubiese habido una Ley de Amnistía que los salvara de la vergüenza de tener entre sus predecesores a genocidas o colaboradores del genocidio franquista? ¿Qué sería si en compensación por sus crímenes de lesa humanidad, durante cuarenta años de dictadura, el Estado les hubiese expropiado sus bienes para damnificar a las víctimas? Qué suerte tuvieron con la Ley de Amnistía y desmemoria. A pesar de todo el ruido y el espectáculo, podemos decir que ni Oriol Junqueras, encarcelado durante cuatro años, junto a otros los presos políticos, ni Carles Puigdemont, tienen sus manos manchadas de sangre.

    Igualmente, asistimos estupefactos a la escasa condena de los países occidentales al exterminio que los sionistas israelíes están llevando a cabo desde hace décadas, pero con magnitud espeluznante desde hace poco más de un mes en la franja de Gaza y Cisjordania. Según cifras de la organización ‘Save de Children’, en los últimos 30 días “4.008 niños y niñas han muerto en Gaza y otros 1.270 están desaparecidos, presuntamente sepultados bajo escombros”. Muros de la vergüenza (en Gaza o en México), expolio, ocupación, ataques a hospitales y a la población civil como objetivo militar… Continúa, asimismo, para escarnio de Occidente, la guerra en Ucrania, desde febrero de 2022… ¿Datos, números, bajas? Todo se contamina del lenguaje bélico, de ataques y armas, refugiados, éxodos, combates, misiles, toma de posiciones, muerte…

    Más allá de los Estados, de los intereses geopolíticos o geoestratégicos, otras formas de violencia nos envuelven. Son a veces sutiles, nos quiebran, nos matan un poco, aunque sigamos respirando, dejan huellas indelebles en nuestros espíritus, pues ya no somos los mismos después de haberlas sufrido. La ejercen serpientes camaleónicas, con sus pieles múltiples ante la sociedad, sus lenguas bífidas. Son los mentirosos, los hipócritas, los cobardes, vestidos de curas o de respetables ciudadanos cívicos, incluso solidarios. Así, un reciente informe sobre los abusos sexuales por parte de la Iglesia Católica, realizado por el equipo del Defensor del Pueblo, Ángel Gabilondo, denuncia que al menos 440.000 personas, en su mayoría menores, han sido abusados por miembros del Clero en España, fundamentalmente en el ámbito escolar. ¿Cómo recuperar una vida? ¿Quién reconstruye una infancia robada? Por otra parte, según la Delegación de Gobierno contra la Violencia de Género, ya han sido asesinadas en este año 52 mujeres en España víctimas de esta forma de violencia, dejando 51 huérfanos menores de edad… Son miles las denuncias. ¿Cuántos horrores en el espacio de una casa? ¿Cuánto silencio impuesto hasta la asfixia? ¿Cuánto grito callado?

    A pesar del individualismo narcisista al que nos invita el mundo actual, retomamos la pregunta previa, ¿Qué papel tiene la escuela? ¿Puede permanecer indiferente ante tal estado de violencias consumadas? ¿Para qué celebrar el día de la Paz, cada 30 de enero, si permanecemos impasibles ante la realidad que nos rodea? ¿Cómo no hablar de lo que está pasando en cada clase, en cada claustro? ¿Qué sentido tiene hacer un discurso cursi y sentimental que firmaría hasta un militar, dibujar las palomitas picassianas o las grullas de origami si no somos capaces de contribuir a la formación de ciudadanos/as libres, críticos/as, capaces de pensar por sí mismos/as? Qué duda cabe que ser hombres y mujeres libres implica riesgos, tener una conciencia crítica que nos permita pensar por nosotros mismos/as, más allá de los discursos dominantes, aunque la voz de uno(a) sea marginal, se quede solo/a. Defendamos la paz en cada claustro, en cada aula, en cada asamblea o Consejo Escolar. Dotemos de contenido vital y útil para la sociedad esos espacios donde domina la burocracia y pongamos vida. Retomemos los viejos conceptos de solidaridad, fraternidad, apoyo mutuo, cooperación entre los pueblos y rechacemos activamente todo tipo de violencia y a quienes la ejercen, rehusemos cualquier acto que atente contra la libertad de las personas y la dignidad del ser humano.

    En enero de 1931, en una entrevista de la Universal Service, titulada ‘Sacrificándose por la paz’, decía Albert Einstein: “Nada de lo que yo pueda hacer o decir cambiará la estructura del universo. Pero, tal vez, alzando mi voz pueda contribuir al triunfo de la más noble de todas las causas: buena voluntad entre los hombres y paz en la tierra”.

    Por Susana Pedraza, profesora de Lengua y Literatura del IES Pablo Neruda de Huelva

  • ¿Qué nos jugamos el sábado 28?

    ¿Qué nos jugamos el sábado 28?

    Nos roban la sanidad, nos quitan la vida

    ¿Qué nos jugamos el sábado 28?

    Nos roban la sanidad, nos quitan la vida.

    Por enésima vez Huelva esta citada con el futuro de su sanidad pública.

    Onusap, junto a numerosas asociaciones vecinales, de pacientes, sindicales o políticas y de la mano de organizaciones de toda la geografía andaluza, saldrá a la calle en defensa de su sanidad pública.

    Los motivos están claros: ante un sistema público que es incapaz de responder a las demandas de la población, en lugar de afrontar las ambiciosas reformas estructurales necesarias, el Gobierno andaluz actual ha optado de nuevo por poner un parche que en ocasionas anteriores no solo ha fracasado, sino que se ha demostrado ineficaz en la solución de los problemas, de peor calidad y significativamente mas caro que una solución desde lo público.

    La inyección a la empresa privada de 734 millones para reducir listas de espera y otros 30 para atención en Salud Mental, nos tememos, solo servirá para enriquecer a empresas con animo de lucro y debilitar, aún mas, al Servicio Andaluz de Salud.

    A pesar de estas evidencias, el mantra de nuestros gobernantes sigue siendo el mismo: “la inversión actual en Sanidad es la mayor de la historia..”. Pues bien, si aceptamos esta premisa, está claro que esos presupuestos “históricos” no se están gestionando bien. Se hace necesario cambiar las políticas actuales afrontando las soluciones estructurales necesarias desde un sistema acreditado, capaz y contrastado desde lo público.

    Los onubenses, especialmente castigados en materia sanitaria por los distintos gobiernos, pierden con esta descapitalización la vieja aspiración de ser iguales al resto de andaluces, tal como establecen la Constitución o la Ley General de Sanidad: cada euro que se escapa a la privada es un euro menos para nuestro necesario Materno-Infantil, para nuestros Chares o para cambiar una política de contratación que hace del éxodo de personal sanitario una lacra que se ceba especialmente con esta provincia y sus zonas rurales.

    Solo la presión social puede hacer retroceder este camino privatizador que ha elegido el actual gobierno andaluz. Juntos, en la calle, pudimos revertir decisiones descabelladas con respecto a la ubicación del Materno-Infantil o salvar nuestra Unidad de Ictus, evitando que nos la cambiasen por el Teleictus menos eficaz.

    Por eso volvemos a solicitar a la población onubense que aparque las ideologías y luche por lo que nos une a todos: una sanidad 100 por 100 pública y de calidad.

    El dia 28 de octubre Huelva tiene una cita con el futuro de nuestra sanidad.

    Nos roban la sanidad, nos quitan la vida.

    Por Diego Mora, presidente de Onusap

  • No hay recambio

    No hay recambio


    En estos días los periódicos y las tertulias repiten sin cesar que se han quedado 200 plazas de Medicina de Familia sin cubrir en el MIR. Lo que nos faltaba. Todo el mundo es ya consciente de que tenemos un “problema de médicos” en España, y en un país en el que cualquiera tiene derecho a opinar y cree tener la solución a todos los males, se escuchan propuestas de lo más variopintas: aumentar las Facultades de Medicina, quitar los números clausus, aumentar las plazas MIR, equiparar los sueldos entre autonomías, estabilizar a los profesionales, traer médicos extranjeros…


    La realidad es que todas son válidas, pero ninguna refleja la situación real de la Atención Primaria. Tenemos un problema de médicos, sí, y concretamente de Médicos de Familia: sólo en Huelva en los próximos 5 años se jubilarán cerca de un 30% de médicos especialistas de Atención Primaria, y la ratio de reemplazo más optimista es de un nuevo MIR que fije su residencia en nuestra provincia por cada tres jubilados. Las cuentas no salen. Pero aun así, lo peor está aún por llegar, ya que el problema principal es que los nuevos Médicos de Familia prefieren no trabajar en los cupos de los Centros de Salud. Tienen otras opciones más atractivas: trabajar en urgencias hospitalarias o extrahospitalarias, trabajar como dispositivos de apoyo en los Centros sin asignarse a un cupo o, simplemente irse a puestos de gestión, a la medicina privada o al extranjero. Éste es el principal problema de organización que actualmente tenemos los gestores de Atención Primaria, y que va a sufrir directamente en los próximos años la población. La falta de Médicos de Familia que quieran trabajar como referentes de cupos de 1500 1800 pacientes, principalmente en las zonas rurales, pero ya también en las capitales.


    Dicen que falta vocación, pero es difícil pedirle a un médico joven que ha hecho 6 años de carrera y 4 de especialidad, y que ha superado como mínimo tres oposiciones para conseguir su plaza (número alto de selectividad, oposición MIR y oposición en la Seguridad Social), que se ancle por vocación el resto de su vida a un puesto de trabajo en el que va a dedicarse casi al 100% a atender pacientes cada 5 minutos. Y en el que paralelamente, va a tener escasas posibilidades de desarrollar otras facetas imprescindibles como son la investigación, la docencia y la formación, que en cambio sí llevan a cabo las especialidades médicas hospitalarias. Sin apenas desarrollo, ni reconocimiento profesional, y con mínimas expectativas de incremento retributivo en los próximos años, no se nos pide vocación para trabajar en un cupo de pacientes, sino capacidad de sacrificio hasta la autoinmolación en este entorno globalizado actual.

    Conseguir Médicos de Familia que quieran trabajar asignados a cupos de pacientes, es la clave de la supervivencia de la Atención Primaria tal y como hasta ahora la conocemos. Ésta relación continuada a lo largo del tiempo entre el paciente y su Médico de Familia es lo que entendemos como longitudinalidad, y se caracteriza por establecer un pacto de compromiso, confianza, conocimiento y reconocimiento mutuo entre médico y paciente, que son las propiedades definitorias de la Atención Primaria. Lograr este objetivo es literalmente una cuestión de vida o muerte, ya que está demostrado que conservar la longitudinalidad aumenta la esperanza de vida, y perderla aumenta la mortalidad. La longitudinalidad también disminuye el uso de recursos sanitarios innecesarios y aumenta la satisfacción del usuario, así como la seguridad y humanización de la asistencia sanitaria. Los Médicos de Familia somos especialistas en personas, no en enfermedades. La administración y la población han primado en cambio otras características de la Atención Primaria como son la accesibilidad asistencial, por desgracia confundida con inmediatez y demora cero, y la resolución de demandas incluso banales, invirtiendo en exploraciones complementarias para alimentar la insaciable fascinación tecnológica de la ciudadanía.


    La solución pasa por hacer más atractiva profesionalmente la adscripción a los cupos médicos de Atención Primaria. Necesitamos propuestas imaginativas de carácter político y económico, que permitan al profesional que decida trabajar prolongadamente en un cupo, mejorar su retribución y disminuir su carga fiscal, facilitar su estabilidad laboral futura, y reducir sus tareas asistenciales. De esta manera se podrá acceder a tiempo que, a su vez, permitirá mejorar las expectativas profesionales, actualizando su formación y acreditación, habilitándole a tutorizar residentes y a intervenir en proyectos de investigación, y por supuesto, a mejorar su capacidad resolutiva con acceso a pruebas diagnósticas y a una fácil coordinación con otros especialistas. Sólo así conseguiremos que más médicos quieran trabajar en la Atención Primaria que queremos y necesitamos.

    Antonio Ortega Carpio
    Médico de Familia
    Gerente del Distrito Huelva-Costa Condado-Campiña
    16/07/2022

  • S(TOP)

    S(TOP)

    Nada tan indecente que la impúdica y cínica mentira propagada intencionadamente con ánimo e interés. En un mundo al revés, esta lógica impone a diario la necesidad, desde el periodismo o la academia, de probar lo evidente. Una deriva que da cuenta del malestar cultural en el que nos encontramos cuando la verdad parece un objeto inservible en manos de terraplanistas y encefalogramas planos. No otra cosa es la americanización de nuestro sistema político en el que, como en el imperio británico, uno debe probar su inocencia, demostrar la prueba irrefutable ante burdas tergiversaciones y la continua manipulación de la realidad. Que ello suceda en la sociedad civil es preocupante, pero que además afecte a poderes del Estado como la justicia resulta, cuando menos, alarmante. Casos como el del juez ultra contrario a la libertad de Juana Rivas es sintomático de un franco (úsese el adjetivo con la debida distancia e ironía) deterioro de la justicia en este reino de Dios, en el que conforme al principio de mixtificación solo se encausan a los inocentes y quedan libre de culpa comisionistas, estraperlistas y otros prendas y perlas del lugar como el rey emérito, un oxímoron si pensamos en términos constitucionales de jefatura del Estado. Urge por ello una revisión a profundidad de la carrera judicial, como en el ejército y las fuerzas de seguridad del Estado, trufadas, por ser delicados en el análisis, de neofranquistas sociológicamente incompetentes para el ejercicio que la ley les asigna. No debemos olvidar que toda función pública ha de ser desempeñada por personas con una firme voluntad de servicio y asunción de los principios constitucionales, los propios de la democracia y los Derechos Humanos. La constatación de la recurrente tendencia de jueces que, al amparo de la debida autonomía, fuerzan la ley en función de diversos intereses dominantes, no solo es propio del lawfare, sino que atentan contra la convivencia democrática, contribuyen a una desafección creciente de la ciudadanía y terminan por socavar el propio sistema constitucional. Montesquieu no previó que la división de poderes no es posible cuando la oligarquía económico-financiera se convierte en el verdadero poder fáctico en forma, por ejemplo, de doctrina Botín. La tesis del doble poder de Lenin a Gramsci ilustra de qué hablamos cuando hablamos de justicia en España, un poder anclado en la lógica del Tribunal de Orden Público, cuya función no es otra que perseguir a los opositores al régimen de intereses creados, sea los de la banca, la monarquía o los herederos del régimen. Puede el lector comprender mejor el juego de la justicia leyendo ‘Franquismo SA’ (Akal Editores), del periodista Antonio Maestre. O si observan que el oficio de juez es el más endogámico en España, heredado de padres a hijos. Claro que todas estas evidencias documentales y empíricas, aunque probadas, son rechazadas de plano por Lesmes y compañía.

    El orden de la justicia en España es el orden de la negación. Como en el film de Mick Jackson, el poder judicial dominante parece un oficio de cronistas del franquismo negacionista. Negación del poder que les inviste de Franco a Juan Carlos I, negación del poder que encubren en forma de doctrina Botín, renuncia al amparo de derechos fundamentales de ciudadanía, omisión del debido principio de respeto de la presunción de inocencia para terminar, alfa y omega de su juramento hipocrático hipócrita, negando la vida y el derecho a defender sus derechos de la ciudadanía. Hablamos, claro está, de un cuerpo pretoriano al servicio de la oligarquía, una cohorte de palanganeros del capital financiero que declarará inconstitucional la Ley de Memoria Democrática, el debido reconocimiento de los delitos de lesa humanidad de un régimen totalitario, por razones de ley (la de amnistía) cuando se declara no procedente otras normas por acuerdos internacionales, pongamos que con la OMC, o se critica, desde los medios mediatizados, la puesta en cuarentena del principio de prescripción mientras casi la mitad de España sigue abandonada en las cunetas, perseguida y torturada como fue, robada como los bebés, que cuenta en su libro Raquel Rendón, o desaparecida, en vida y en la memoria. Bien sabemos, en fin, que no de otra forma puede funcionar una economía criminal y extractivista, sino a partir de la cobertura de los poderes del Estado, en especial del poder judicial. Es la única garantía para seguir esquilmando los recursos comunes de todos en beneficio de unos pocos asaltarentas del trabajo y del país. Produce sonrojo que, una tras otra, la UE venga enmendando el trabajo sucio de un poder del Estado al servicio de los intereses creados, ostensiblemente patriarcal, clasista, ultramontano y alejado, por completo, de los valores democráticos y el sentir general de la sociedad española. Hoy más que nunca conviene por ello parar y cambiar de rumbo. Es el momento de iniciar una campaña, llamémosla STOP: alerta democrática contra la inquisición y los verdugos del Tribunal de Orden Público. Una cuestión de salud pública. Dicho esto, capaz que si nos movilizamos nos aplican la figura premoderna de desacato. En tiempos de neofeudalismo, y en el país de Fernando VII y Ana Rosa Quintana, todo es posible.

    Por Francisco Sierra Caballero (www.franciscosierracaballero.net). Colección ‘Notas rojas’

  • El ojo del culo de Quevedo

    El ojo del culo de Quevedo

    La posverdad no es, como dice Timothy Snyder, el anticipo del fascismo, más bien el capitalismo es el huevo de la serpiente, y la posverdad una excrecencia o manifestación extrema del mundo al revés, el síntoma del fetichismo de la mercancía que inicia con el periodismo de referencia y termina con la lectura a lo TRUMP y ABASCAL, personajes de esta tragicomedia que, a todos los efectos, tienen por teología seguir la estela de la escatología política. El supremacismo blanco no es, en fin, otra cosa que el proceso de inversión de lo real, el dominio del capital por el que, en este reino que habitamos, prevalece la desigualdad, la falta de libertades y la baja calidad democrática. Ya lo ha advertido, con clarividencia, Javier Pérez Royo, a quien los profesores de Derecho homenajearon en un volumen, de lectura obligatoria, presentado el pasado mes por el Ateneo Republicano de Andalucía con motivo de la Feria del Libro de Sevilla. En su intervención, como en las columnas que escribe habitualmente, fue muy claro a este respecto. Cabe describir la historia moderna de España como la crisis permanente que no cesa de repetirse como farsa por el problema de la monarquía, un tapón que contiene las fugas a borbotones del propio sistema constitucional ante los reiterados incumplimientos, siempre postergados, de derechos fundamentales de la ciudadanía. Las consecuencias de esta lógica fallida es, como sabemos, la restauración conservadora que termina por derivar en colapso o cierre en falso de la crisis de régimen, anclándonos en el atraso e inmovilismo sociopolítico prácticamente desde Fernando VII. Vamos, por resumir, que lo de los Borbones es la polla, que dirían mis paisanos granainos. Cara al culo, la monarquía borbónica ha demostrado que es una porquería. No porque lo diga Evaristo, de La Polla Records, sino por la historia que representan en este país, una Casa Real, fuera de la realidad, henchidos de mierda, y jugando a la democracia cuando una y otra vez no han hecho sino socavar toda posibilidad de monarquía parlamentaria. Vamos que la República no se impone en nuestro país por convicción y pedagogía democrática, sino por la insoportable podredumbre de una dinastía corrupta, inepta, cleptómana y dada a cualquier cosa menos a trabajar por el bien común. Lo peor es que sabemos desde los ochenta el grado de putrefacción que ocultaba el cerco mediático, y mira que estudiamos la historia antecedente de latrocinio y traición a la patria de la casa real, cuya norma de comportamiento es convertir realmente el país en un verdadero lupanar. Ahora, el problema no es que la monarquía sea la polla, sino que nos toman y siguen considerando apollardaos. No lo puedo decir más finamente porque el análisis, a fuerza de afinado, indigna cuando vemos que nos están dejando finos filipinos: vulgares siervos de una colonia que hiede a estercolero. Se impone lo escatológico en esta querencia borbónica por la coprofilia. Así que, atorados como estamos entre el alma y la era del vil metal, que diría el maestro Juan Carlos Rodríguez, es recomendable volver a leer a Quevedo y conocer las “Gracias y desgracias del ojo del culo” (1628) reeditado por Pepitas de Calabaza, o mejor en la edición del bueno de Padilla, por ser el culo, en palabras de José Luis Cuerda, el mejor faro, catalejo y visor con el que radiografiar esta España nuestra en la que nos gasean con ventosidades desde los medios y el Tribunal de Orden Público. No sé si seremos capaces algún día de hacer un juicio como el de Nuremberg contra los macarras de la moral, pero al menos no perdamos el humor y actualicemos nuestra capacidad satírica para mostrar lo que nos quieren ocultar en esta política del engaño de los amantes de lo escatológico en cuerpos ajenos, aquellos que viven en la azotea de nuestro maltrecho edificio institucional y tratan de persuadirnos que llueve para todos y es bueno, aunque sea lluvia dorada de una corona inservible, salvo para vicios privados. Nunca hubo virtud pública alguna en la dinastía. ¿Dejaremos de persistir en un imposible constitucional?. ¿ Conquistaremos por fin nuestros plenos derechos ciudadanos en forma de poder constituyente?. Estoy seguro que sí, espero que no demasiado tarde.

    Por Francisco Sierra Caballero (www.franciscosierracaballero.net). Colección ‘Notas rojas’

  • El vecino es Superbarrio

    El vecino es Superbarrio

    Hace meses publicamos en Mundo Obrero un artículo titulado La Fiambrera Obrera, a propósito de la profusión de la cultura plebeya como estética emergente en el momento de crisis que vivimos, característica de la actual fase terminal del capitalismo. En este contexto de la difusa imagen de lo hortera, series como “El Vecino” ilustran, sintomáticamente, el retorno narrativo al realismo de la precariedad. La historia, filmada por Nacho Vigalondo, con guion de Miguel Esteban y Raúl Navarro, adapta para Netflix el cómic homónimo de Pepo Pérez y Santiago García, la historia de una suerte de Superlópez que vindica la ética del fracaso. La trama, no por sencilla, deja de ser sustanciosa. El protagonista, Quim Gutiérrez, es un tipo común, sin proyecto vital, que termina, por azar del destino, adquiriendo superpoderes, y adopta una nueva identidad, Titán, con la que resolver, desde el anonimato, situaciones comunes en la que se desenvuelve, siendo, y esto es lo novedoso, protagonistas los espacios, actores y relaciones de la vida cotidiana en los suburbios de la desesperanza entre lo cómico y, por supuesto, la ironía, principal mecanismo de resistencia de las clases subalternas. Bien lo sabemos desde el teatro épico de Brecht. El arte de la crítica de la representación consiste en poner de vuelta el mundo al revés a partir del recurso al humor, la vía más corrosiva para dejar en evidencia lo silente u obliterado, la espiral del silencio del disimulo. “Piratas del Caribe” no es un buen ejemplo de este proceso de identificación. Pero sí la literatura, del Quijote y las novelas de caballería al relato oral del bandolerismo en España. La idea aventurera de la banda o fratria contra el poder instituido como colectivismo demócrata por otros medios, al margen de la idea, es la historia cultural de la subalternidad como reclamo del consumo de masas. Hoy, en la era Netflix, El Vecino apunta en esta dirección, a partir de un guión que, en cierta forma, nos muestra la crisis que viven los treintañeros en una cultura posmoderna que acosa permanentemente su derecho a vivir en paz, cercados como están por las casas de apuestas y el subempleo. Narrativa audiovisual de la intemperie, la serie ilustra con humor, y un tanto de forma paródica, la lógica devastadora de un orden en el que el supervillano es el capitalismo, y su carta de navegación del naufragio de jóvenes sin futuro, en el escenario crudo y realista del malestar generacional proyectado entre redes, abuelos solitarios, opositores sin esperanza y bares, contrageografías, en fin, del desarraigo que nos recuerdan Villaverde, San Cristóbal y el extrarradio de grandes capitales como Madrid donde vivir es, sobre todo, y fundamentalmente, sobrevivir. Por ello el verdadero héroe de esta ficción es el vecino común. Como aprendimos en el I Congreso Internacional de Movimientos Sociales, el héroe siempre es Superbarrio, que bajo la máscara y el anonimato trata de luchar contra los desahucios y las injusticias en la gran megalópolis de la Ciudad de México. Una y la misma cosa: la máscara, en fin, como antaño la Mano Negra, nos muestra el orden oprobioso más que ocultar en los tiempos de la comunicación enmascarada. Cosas del mundo al revés y de las emboscadas de las clases populares que han de ocultar sus cartas para que la carta constitucional limpie y dé esplendor, ya que el hombre blanco habla siempre con lengua de serpiente. En fin, vean la serie y me cuentan. En los tiempos de las cuentas y el muro de Wall Street, hemos de contar cuentos para decir algo de verdad. Paradojas de un mundo programado en serie y en serio.

    Por Francisco Sierra Caballero (www.franciscosierracaballero.net). Colección ‘Notas rojas’

  • La minería: cómo entenderla sin molestar a nadie

    La minería: cómo entenderla sin molestar a nadie

    Desde que el hombre comprendió la crucial importancia de mejorar sus herramientas de uso diario, ya fuese para defenderse, cultivar, excavar y orear la tierra, pecar, etc., confiriéndoles más durabilidad y prestación, la minería adquirió una importante relevancia en el día a día de la humanidad.

    Deseo resaltar que la labor de obtener minerales de las entrañas de la tierra es trabajo para unos pocos, no son afortunados pero si intrépidos y aventureros.

    Todo comienza con un simple gesto, el de “observar”. En la superficie de la tierra es necesario explorar y estudiar las pistas que la naturaleza nos ofrece, son los indicios de mineralizaciones lo que vamos buscando, con el estudio de las rocas encajantes que afloran a pie de terreno podemos llegar a realizar predicciones muy certeras que nos llevarán a encontrar dichos indicios.

    Una vez que hemos conseguido reconocer el terreno y agotados todos los indicios superficiales es necesario utilizar otros métodos para investigar y averiguar lo que se encuentra en profundidad.

    Para ello se emplearán técnicas de perforación de sondeos, que nos permite tomar muestras del terreno a diferentes profundidades. Pero la pregunta que deberíamos hacernos es, ¿Cómo y dónde hacer estos sondeos?

    Pues bien, una vez adquirido todos los conocimientos previos a nivel geológico del terreno en la campaña de exploración, ahora los trabajos se enfocarán en la línea de indagar sobre aquellos indicios obtenidos previamente que nos indiquen la posibilidad de la existencia de algún recurso minero susceptible de ser aprovechado y económicamente rentable.

    Paralelamente, al empleo de perforaciones de sondeos está el uso de técnicas geofísicas y geoquímicas que también arrojarán datos sobre las características del terreno en el área de interés. A partir de este momento, estamos en posesión de poder plantear y planificar la fase de la campaña de investigación a través del desarrollo de una campaña de sondeos y determinar los objetivos concretos que se persiguen con la misma.

    Detectada un área de gran interés para la explotación de recursos minerales, que además, económicamente hablando tiene un importante intereses en los mercados, se procede a la planificación de la explotación minera; para ello es necesario trabajar con un equipo humano multidisciplinar, donde van a participar ingenieros, geólogos, medio ambientalistas, economistas, etc., todo enfocado hacia un único objetivo, conseguir hacer lo más rentable posible la extracción de los recursos hallados, respetando en todo momento el medio ambiente y a las personas.

    La explotación de minerales mediante minería a cielo abierto, desde los inicios de los albores de la humanidad, es el método de extracción minera más empleado, marcado por la premisa general de no excavar en el terreno si no es estrictamente necesario, aprovechando todo lo que se encuentra accesible desde la superficie.

    Explotación a cielo abierto

    No siempre es posible poder desarrollar directamente este tipo de explotaciones a cielo abierto, limitaciones del tipo profundidad a la que se encuentra la mineralización, o la existencia de impedimentos de otras índoles de carácter medio ambientales o por seguridad ciudadana, etc., pues bien, llegados a esta situación, podemos optar por una alternativa totalmente diferente que sería la Minería subterránea.

    Entendiéndose como tal, aquel tipo de minería la cual requiere de técnicas especiales de profundización, excavación de la roca para construir galerías, cales, piques, etc., conocimientos de orientación en el subsuelo y una serie de técnicas muy especializadas, cuyo empleo en conjunto hace posible el profundizar y la extracción de los recursos del interior de la tierra.

    La acción de romper la roca para excavarla ya se hacía desde la prehistoria, desde la Edad de Piedra, solo requerían de conocer y dominar técnicas como el hacer fuego o, poder llevar el agua hasta el punto donde se necesitase, de esta manera, conjuntando fuego y agua el hombre consigue deshacer la roca y poder extraerla a la superficie, donde ya podrá tratarla y obtener la Mena.

    Minería por fuego en ‘De re metallica0 (1556) de AGRICOLA

    Lógicamente, estás técnicas tan rudimentarias han dejado de emplearse, pero no por ello, se ha dejado de excavar la roca para sacar el valioso mineral. Como algo anecdótico, mencionaré que en las minas de plata de Kongsberg en Noruega, esta técnica se empleó hasta 1890, lo que supone la más tardía aplicación conocida en Europa.

    Otras innovaciones importantes que influyeron crucialmente en la minería, serían:

    • La invención de la Pólvora Negra, concretamente en China, descubierta tras mezclar Azufre, Nitrato potásico y Carbón vegetal, se data tradicionalmente alrededor del siglo IX. Un invento antiquísimo, se la puede considerar como una de las más importantes innovaciones tecnológicas del ser humano, ya que ha supuesto un hito en el desarrollo minero y, también, en las obras públicas, sin olvidar el uso militar.

    No es hasta mediados del siglo XIX, concretamente 1866, cuando el químico e ingeniero Alfred Nobel inventó la Dinamita, la cual también tuvo innumerables aplicaciones industriales y mineras.

    La Revolución Industrial a mediados del siglo XVIII, permitió vivir el mayor conjunto de transformaciones económicas, tecnológicas y sociales de la historia de la humanidad desde el Neolítico . Con las innovaciones en industrialización y el desarrollo de máquinas y herramientas, la civilización moderna vio ampliamente mejorada las técnicas en minería y en las industrias afines, como por ejemplo, la metalurgia, la siderurgia, el transporte, etc.

    A principios del siglo XX, con el desarrollo de las herramientas de perforación por aire comprimido, conjuntamente con otros hallazgos anteriores, la minería subterránea entra en una nueva etapa, lográndose alcanzar grandes profundidades.

    Otros avances y mejoras en los sistemas de ventilación, sistemas de bombeo de agua, sistemas de sostenimiento y entibado, etc., han posibilitado este desarrollo de la minería.

    Desde el momento en el que se obtiene la roca fracturada en el interior de la mina, existe la problemática añadida de extraerla del subsuelo y transportarla hasta la zona donde será tratada para separar la mena de la ganga; pues bien, este gran reto, desde tiempos inmemoriales, se ha conseguido alcanzar mediante el empleo de la fuerza humana.

    Posteriormente, esta mano de obra fue sustituida por el empleo de la fuerza animal, animales de tiro empleados para poder realizar este tipo de actividades mineras y, posteriormente, con el desarrollo de la industrialización, este tipo de fuerza de tracción animal será sustituida por el uso de maquinas de vapor y, finalmente, el uso de maquinas con motor de combustión o eléctrico.

    El material extraído, es un conglomerado mezclado conocido como TODO-UNO, en general, esta sustancia porta tanto ganga (material no valioso) como mena (mineral). Pues bien, habrá que quedarse con el material valioso, por tanto, en las inmediaciones de las explotaciones existirán instalaciones de tratamiento primario, lo que permite reducir notoriamente el contenido en ganga y, por ende, el elevado coste que de por si implica el transporte del concentrado de mineral, pues la cantidad de material final a transportar hasta las zona industriales será menor.

    Siempre se ha perseguido el objetivo de obtener un concentrado de mineral, el cual, posteriormente será transportado hasta las instalaciones de mineralurgia y/o siderurgia donde serán tratados.

    Imagino que para un gran sector de la población puede ser complicado de aceptar, y más, a estas alturas de la vida, con las circunstancias adversas que nos rodean a nivel medio ambiental, que la minería es crucial para el desarrollo del la vida humana en el planeta.

    Es correcto pensar que la actividad minera es beneficiosa, si la entendemos, de manera general, como un periodo de oportunidades y prosperidad para las personas. Si bien es cierto que como actividad industrial no es una actividad renovable, si es acertado verla como una actividad sostenible, y cada día se lucha más para hacerla ver de esta manera. Es una industria que modifica, transforma y altera el medio en el que se desarrolla pero no lo daña hasta el punto de no poder recuperarse, pues si se toman las adecuadas medidas preventivas se cuida y protege el medio ambiente igual o más que algunas otras actividades industriales, que por ser menor su repercusión negativa a nivel visual, son consideradas actividades menos dañinas, pero no es así, entiéndase como ejemplos la agricultura extensiva, la ganadería intensiva, pesca ilegal, fracking o fracturación hidráulica, etc.

    La minería como tal es la principal fuente de materias primas de la sociedad, llegando a entenderse a comienzos de la Revolución Industrial, que el grado de evolución y desarrollo de un país se medía en función de la cantidad de hierro que producía; esta forma de definir y evaluar las riquezas y desarrollo de un país es algo impensable en nuestros tiempos, una aberración.

    Además, la minería no solo beneficia a quien la trabaja, pues todas las materias primas que producen son empleadas en industrias afines a este sector, desarrollando productos manufacturados que son cruciales en el día a día de las personas. Por tanto, esta actividad beneficia a todos pues sin ella, muy difícilmente podrías tener las grandes comodidades y desarrollos de los que actualmente gozamos.

    Por dar unas pinceladas en el lienzo del desarrollo social y tecnológico, mencionar que:

    • Minerales metálicos (Hierro, cobre, plomo, magnesio, etc.)– desarrollo de industrias como la naval, ferrocarril, automovilística, cosmética, medicinal, alimentaria, etc.
    • Minerales no metálicos (nitratos, sulfatos, fosfatos, mármol, granitos, arenas, etc.)– desarrollo de industrias del tipo de la construcción, fertilizantes o en productos químicos de síntesis.
    • “Tierras raras” (Cerio, lantano, neodimio, tulio, etc.).- desarrollo de industrias dedicadas a las nuevas tecnología y comunicación.

    Paralelamente, dejar mención de otro beneficio derivado de la minería, pudiendo mencionar que en aquellas zonas donde se han desarrollado dicha actividad han visto aumentar notoriamente sus poblaciones, esto ha hecho crecer la demanda de productos alimentarios, lo que ha generado un aumento en la producción agraria, pesquera y ganadera de dichas áreas poblacionales, considerándose esta situación como un desarrollo positivo en dichos sectores, potenciado y fomentado por la minería. No olvidar de creación de hospitales, escuelas, etc.

    Al margen de la merecida imagen de destrozos y alteraciones que ha producido la actividad minera en décadas pasadas, en las que no existía regulación legal tan amplia como la de hoy día en materia de protección de medio ambiente, restauración de zonas afectadas por actividades mineras, sanciones medioambientales, etc., si es mi intención dejar claro que en la Ley de Minas de 1973 ya se contemplaba la protección al medio ambiente y sanciones por incumplimientos de la misma en la Legislación Española, por tanto, esta actividad es pionera en la protección y conservación de la naturaleza, la flora y la fauna.

    Deseo con estas palabras, poder hacer ver a aquellas personas que niegan la crucial importancia que tiene el sector minero, que es una actividad que provoca cambios en el medio que la rodea, pero las cosas hechas con conocimiento y sabiendo hacerse no tienen por qué ser negativas para nadie; importante es aunar esfuerzos, para hacer posible el modelar conciencias y hacer entender a las grandes corporaciones mundiales que no pueden llegar a un lugar, extraerle sus riquezas y abandonarlo sin cumplir con la legislación ambiental existente, y de no cumplirse con la misma, ser sancionadas con todo el peso de la ley.

    Reflexión personal: Al fin y al cabo, cualquier actividad en la vida la desarrollan las personas, son ellas las máximas responsables de la repercusión de sus actos y las únicas implicadas en los daños que se derivan de una incorrecta actuación; pero así es cualquier cosa que hagamos en la vida, ¿no creen?

  • Colombia: 20 de julio de la Independencia a la Resistencia

    Colombia: 20 de julio de la Independencia a la Resistencia

    Colombia es uno de los países con mayor inequidad del planeta, vive desde hace cerca de 90 años una de las violencias sociales más largas y cruentas, que deja más de trescientos mil muertos. Desde el 28 de abril Colombia vive un hecho histórico e inédito, se levantó dolida y dijo “basta ya”, y salió a manifestarse a la calle de forma pacífica en cabeza de su juventud.

    Sin embargo el Estado y tal como lo ha venido históricamente haciendo, desató la más fuerte represión por parte de la fuerza pública, asesinando, desapareciendo, violando. La CIDH, organizaciones políticas y sociales internacionales, no dejan de testimoniar el horror sufrido por las y los manifestantes en su legítimo derecho de protestar ante la creciente y continuada pobreza.

    El pasado 2 de julio en la Plaza del Antiguo Estadio en horas de la tarde, el Grupo de trabajo Solidaridad por Colombia, conformado por ciudadanas y ciudadanos colombianos residentes en Huelva, quienes a título individual y con una fuerte inquietud de movilizarse en apoyo a la población colombiana, realizaron una reunión de trabajo con objeto de conocer qué siente, piensa y propone este colectivo, a la vez, la niñez también participó a través de sus dibujos expresando sus sentimientos, aun inocentes, frente a la grave situación que vive nuestra amada patria.

    Impotencia, dolor, rabia e indignación fueron los principales sentimientos manifestados sobre la violencia estatal con la que ha actuado el gobierno hacia las legítimas protestas ciudadanas; algunos testimonios compartieron experiencias de sus círculos cercanos sobre palizas por parte del ESMAD (Escuadrón Móvil Antidisturbios), detenciones arbitrarias e incluso desapariciones. En el mismo sentido desde la ONG Temblores, organismo que realiza seguimientos y presenta denuncias sobre la criminal conducta del estado colombiano, añaden, además información de abusos sexuales por parte de las autoridades militares y de policía colombianos, de quienes por el contrario se esperaría seguridad y protección al ciudadano.

    Para algunas personas de la comunidad colombiana residente en Huelva, desde su impresión sobre la situación, señalaban la vergüenza y preocupación por los niveles de corrupción, la creciente concentración del poder mediante el nombramiento de sus afines en los entes garantes del control, seguimiento y veeduría; sin olvidar el largo historial de incumplimientos a las comunidades afro y originarias quienes se les sigue excluyendo y perpetuando en la pobreza, negándoles lo que por la Constitución de 1991 les pertenece. Sus vidas y territorios fuertemente amenazados por los intereses económicos, han hecho que su resistencia tenga un gran precio porque la lista de asesinatos de líderes y lideresas medioambientales no ha dejado de crecer, como lo confirman diversas investigaciones y campañas, entre ellas “Juntas somos Victoria” de Oxfam Intermón.

    El 20 de julio, la citada conmemoración por la independencia del régimen colonialista, ha pasado a ser la fecha señalada por el Comité del Paro Nacional para radicar varios proyectos de Ley que buscan una salida acorde a la realidad que vive el país, concertaciones desde diversos sectores que esperan que el Senado colombiano no les falle, como lo ha hecho con el acuerdo de Escazú; que este Senado reaccione y si tiene algo de dignidad, apruebe estas propuestas, y que sí, dejan patente la cooperación y solidaridad entre la ciudadanía para afrontar los momentos de crisis generalizada en la que se encuentra sumida. 

     

    Comunidad de Colombia en Huelva

  • Ana Rosa Quintana

    Ana Rosa Quintana

    Un estudio sobre liderazgo y opinión pública realizado no hace tanto en nuestro país concluía que una mayoría amplia de mujeres por encima de los cuarenta años tiene como arquetipo ideal, en un sentido proyectivo, a Ana Rosa Quintana. El dato, aunque irrelevante, considerando sobre todo los datos de audiencia, no deja de resultar llamativo. Más que nada porque ilustra el estado cultural en el que nos encontramos.

    Tomar como referente y admitir en el espacio público una antiperiodista con un discurso normalizador de extrema derecha no sería tolerado en otros países de nuestro entorno europeo. Y aquí es pauta común, entre otras razones porque cumple una función estratégica para los herederos de la cultura del estraperlo y la acumulación feudal de la oligarquía que domina el país.

    No viene al caso detallar aquí las razones que me asisten en tal sentencia. Da pereza intelectual ocuparse en nuestra columna de Notas Rojas de un caso semejante. Pero sí conviene advertir que los datos de audiencia van acompañados de la credibilidad y confianza del público, como en el caso del vendedor de seguros, pese a su comprobada tendencia a la falsificación y el sesgo ultraderechista en sus opiniones de andar por casa, todo para gloria de los Florentino Pérez y compañía. Por lo que, dado el espíritu y cultura política del país, puede colegirse que España no alcanzará la madurez democrática, más allá de todo formalismo institucional, hasta que los Matías Prats, los Carlos Herrera y otro tipo de gacetilleros del franquismo sociológico dejen de ser un referente de la ciudadanía. Todo proceso constituyente pasa, en otras palabras, por situar en su debido lugar a actores políticos como Ana Rosa Quintana, viva expresión de la sinrazón como negocio. Y que en los últimos tiempos abona el terreno sobre lo peor del atrabiliario modo de vida en Hispania: de la justificación de la violación y normalización de la manada a la defensa de la propiedad privada con la supuesta oleada de ocupaciones de vivienda que asolan el país, a juzgar por sus espacios reiterativos sobre el tema, pasando por la amenaza quinqui en Barcelona o la defensa de los valores ultramontanos de familia, tradición y propiedad. Una crónica reiterativa de tópicos comunes del mundo al revés que cumple un claro objetivo propagandístico, mantener el orden social disciplinando con la filosofía del cuñadismo a las multitudes que exigen pan, trabajo y libertad. No otra función vicaria tiene la crónica de sucesos.

    En ‘La monarquía del miedo’, Marta Naussbaum demuestra cómo este dispositivo de poder, el miedo, es un poderoso recurso de control social. Determina por ejemplo el proceso de deliberación pública, promoviendo el individualismo posesivo y el aislamiento, necesarios para la doctrina del shock. La cultura primaria de las emociones viscerales convierte así el discurso ultramontano voxiferante en animal de compañía sin política ni mediación posible contra toda lógica o principio esperanza, alimentando en todo momento la envidia, pecado capital en España y nuestra cultura latina que encubre impotencia e inseguridad, en la forma del ingenio y el engaño que históricamente han marcado nuestra modernidad barroca. En nuestra cultura, la envidia es fuente destructiva de animadversión que reproduce la mediocridad en la política e incluso en la Universidad, por no hablar del mundo de la empresa. Es la política vengativa de lo peor, de los tristes que alimenta el escaparate de lo público. La envidia, como programa del neoliberalismo, no es el secreto de la competencia sino su negación y conecta el programa de Ama Rosa (digo bien) con Supervivientes y los reality de competencia por un mendrugo de pan.

    Dejó escrito Kant que la voluntad de hacer daño solo se puede contrarrestar con cultura y educación. Así que más lectura y menos comentarios improvisados en las redes. Que para eso este país es el primero en enterrar bien, o mal. Recordemos casos como el de Blanco White que tan bien analizara Juan Goytisolo a propósito de El Español y su crítica al orden reinante en esta tierra: clasismo, anquilosamiento administrativo, despotismo cultural, fragmentación territorial y persecución al hereje. Seguimos en lo mismo, en pleno siglo XXI, aunque ahora quien preside el tribunal de la inquisición no se llame Torquemada, sino Ama Rosa Quintana, rima asonante que en la práctica es consonancia con un proyecto de país iletrado. No da ni para escribir un libro por sus propios medios, o una columna, que de todo hay en la viña de los recolectores de la acumulación por desposesión.

    Por Francisco Sierra Caballero (www.franciscosierracaballero.net). Colección ‘Notas rojas’

  • Colombia: Manos arriba, esto es un asalto

    Colombia: Manos arriba, esto es un asalto

    Un artículo de las doctoras Mónica Montaño Garcés y Nidia G. Mora Quiñones, residentes en Huelva y docentes de la Universidad de Huelva

    Con las manos arriba para sobreponerse al miedo perpetrado por las fuerzas públicas del Estado comandado por el Presidente Iván Duque y su equipo de gobierno, lleva el pueblo colombiano más de  once días de movilizaciones, alentadas con la fuerza y sacrificio – de no pocas vidas -, de sus jóvenes y líderes comunitarios, sin encontrar respuestas a sus demandas de pacificación, gobernanza responsable y justicia social para una vida en condiciones de bienestar y dignidad como corresponde a un país inmensamente rico.

    Después de un largo proceso de paz con intervención internacional que la violencia armada entre los diferentes grupos Estado-guerrillas-paramilitares dejó por más de 50 años, se esperaba el renacer colombiano y el momento para superar el dolor y las pérdidas en todos los sentidos.

    Los compromisos adquiridos por el gobierno de Duque no se han cumplido, por el contrario se ha agudizado la pobreza, ha regresado la violencia y los fantasmas del terror, el abuso y la violación sistemática de los derechos humanos.

    Resulta lamentable que a día de hoy un país con una espectacular biodiversidad, rico no solo en capital humano  sino también en sus recursos, que por cierto, son moneda de cambio con grandes corporaciones en territorios y comunidades de incalculable valor ecosocial, se encuentre ocupando el 83 puesto en el índice de desarrollo humano, habiendo descendido 4 puntos desde 2019 y con más del 42% de su población en riesgo de pobreza extrema.

    El gobierno no ha estado a la altura, como muy poco lo han estado los anteriores, sin embargo era la oportunidad de salvar el país y mirar hacia el futuro, una nueva era para reescribir la historia con cambios profundos en la implementación y ejecución de políticas públicas que por fin  reconocieran la dignidad de las personas, sanaran las heridas y   restaurara la justicia administrativa y social. Como ha acontecido  en procesos como los llevados a cabo en otros lugares donde la reparación a las víctimas permitiría cerrar la sangrienta herida.

    Es incomprensible que en un país andino con más de 250 variedades de patatas deba comprarse a Bélgica y el sector agricultor y ganadero tenga que botar sus productos porque no hay quien se los compre, que las poblaciones rurales no puedan usar sus semillas y deban usar exclusivamente las certificadas -llámense transgénicas producidas por Monsanto- que con los problemas conocidos de salud se siga defendiendo la fumigación con glifosato, que se priorice la megaminería y el fracking en territorios con una alta diversidad arrinconando a las comunidades, contaminando y agotando los recursos como sucedió en la Guajira, se reforme un sistema de salud para concentrarla en multinacionales que haciendo pagar una póliza por paciente no tendrá derecho a enfermarse, que se pretenda una reforma tributaria acompañada de subida de impuestos a los productos básicos del 19%, gota que colmó el vaso.

    Este inconformismo no es de ahora, el 21 de noviembre de 2019 ya hubo un paro de similares dimensiones donde además se reclamaba por los asesinatos de activistas sociales y medioambientales, por la defensa y protección de sus vidas y la no criminalización por el Estado. Eduardo Cifuentes presidente de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) señala la cifra de “904 líderes y defensores de derechos humanos y 276 excombatientes de las Farc-EP” desde la llegada a la presidencia de Duque hasta abril de 2021.

    La pandemia fue la excusa perfecta para evadir nuevamente los compromisos ante esa movilización pero las últimas medidas para la salud, la educación y la economía provocaron el llamamiento a salir a marchar este 28 de abril, se leía un cartel “ si no nos mata el virus nos mata el gobierno de hambre”, y ahora se puede decir que se ha producido de verdad.

    Entre los informes del seguimiento de la actuación policial en el marco de las movilizaciones  de la ONG Temblores, entregados a la Misión de Naciones Unidas en Colombia, cifran 37 homicidios, 1708 casos de violencia,222 víctimas de violencia física, 22 víctimas de agresión de ojos, 110 casos de disparos de arma de fuego, 10 víctimas de violencia sexual Y 312 intervenciones violentas. 

    Hechos que como  Colombiano/as residentes en el exterior escuchamos de familiares y amistades, vividas con gran preocupación al conocer las noticias sobre helicópteros y coches disparando a quienes se manifiestan, a la infiltración de policías  en las protestas para realizar actos vandálicos, camiones con personas golpeadas y mujeres aterrorizadas con un posible abuso sexual.  

    En España, someramente se ha ido tratando la noticia; durante esta semana se han reproducido concentraciones en apoyo a la población civil con escasa difusión en los medios informativos y  en algunos, salvo mencionar ataques a la policía, ni mucho menos se ha explicado las causas por las que la ciudadanía colombiana ha decidido continuar el paro.

    A los llamamientos de diferentes sectores sociales y colectivos sociales, se han unido profesionales del Trabajo Social, la Medicina, la Psicología, la Educación y seguirán más acudiendo a las manifestaciones convocadas a lo largo del país, como los casos de miembros de la policía y el ejército que se niegan a seguir participando, profesionales del Derecho que se ofrecen a representar a familias ante las autoridades, algunas para buscar a sus seres queridos porque también se están produciendo desapariciones forzosas de personas que han salido y no han regresado a sus domicilios.

    Poco a poco la comunidad internacional se va pronunciando, organizaciones internacionales y organismos oficiales están reclamando el cese de la violencia, el ejercicio del derecho a la manifestación pacífica y la protección de la ciudadanía, por ello solicitamos que los partidos y gobiernos se sumen al pueblo colombiano y exijamos al Presidente Duque no más violencia, la desmilitarización del país y la atención a las demandas sociales, así como la apertura de las investigaciones necesarias sobre los crímenes de Estado cometidos contra líderes y sus comunidades.

    Cuando la justicia no funciona en ninguno de sus niveles…el poder de un Estado sometido a la corrupción y al pillaje pretende con violencia bajar las manos levantadas por el derecho legítimo que ejerce un pueblo para clamar su bienestar.